¡Oh admirable San Antonio, glorioso por los milagros realizados que mereciste tener en tus brazos al Niño Dios!
Obtenme de su bondad el dolor de mis pecados y las gracias que necesito.
Tu, que fuiste misericordioso con los pecadores, no mires mis pecados
sino la gloria de Dios y la salvación de mi alma.
Te prometo una vida más conforme con las enseñanzas evangélicas.
Bendice mi promesa y alcanzame el amparo hasta la muerte.
Lo suplico en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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